Olga Lucía Peñuela Bojacá, madre soltera de cuatro hijos, fue asesinada el 5 de diciembre de 2024 en Caicedonia, Valle del Cauca.
El señalado del crimen es Diego Murillo Ramírez, quien cumplía una condena por homicidio bajo la medida de casa por cárcel para ese momento.
La víctima fue atacada con 30 puñaladas frente a su hija menor, quien presenció el crimen y pidió ayuda mientras el agresor huía.
La historia comenzó en octubre de 2023, cuando Olga conoció a Diego a través de redes sociales. Según su hija Andrea Romero, él la abordó con insistencia: mensajes, reacciones, flores y peluches. Un mes después, Diego le confesó que estaba privado de la libertad, pero aseguró que era por un delito menor.
A pesar de la revelación, Olga decidió visitarlo en la cárcel. Diego le dijo que pronto obtendría el beneficio de casa por cárcel y le propuso vivir juntos.
En diciembre de 2023, fue trasladado desde la cárcel de Cómbita, Boyacá, a la casa de sus padres en Chicoral, Tolima, para cumplir el resto de su condena bajo esa medida.
Olga aceptó mudarse con Diego. Andrea también lo conoció: “Era atento, era detallista. Salíamos, íbamos a la piscina».
Durante varios meses, Diego acompañó a Olga a sus controles médicos en Bogotá. Desde 2017, ella luchaba contra la leucemia, pero su salud mejoraba.
Nueve meses después de iniciar la relación, Olga descubrió que Diego no estaba condenado por hurto. La mujer reconoció a Diego en un capítulo de Séptimo Día emitido en 2015 sobre el asesinato de Tatiana Grueso, ocurrido en 2014.
El programa revelaba que Diego había sido condenado por homicidio, no por hurto. Cuando Olga lo confrontó, él intentó justificar el crimen como un accidente. Sin embargo, Olga decidió terminar la relación.
Desde ese momento, Diego comenzó a acosarla. “Y Diego le dice que se va a matar. Y mamá le decía que no, que no lo hiciera”, contó Andrea. Los malos tratos duraron casi un mes.
Olga se trasladó a Caicedonia con su madre, pero Diego la siguió, violando la medida de casa por cárcel.
“Es que yo no sé por qué tenía medida si anteriormente mató una persona, me parece algo injusto que él estuviera en la calle. Él tendría que estar allá preso”, expresó Gloria Bojacá, madre de Olga.
El 5 de diciembre de 2024, Olga estaba viendo un partido con su hija menor en un establecimiento en Caicedonia, cuando Diego llegó. Salieron a caminar. A pocas cuadras, él la atacó, según el testimonio de la niña.
La niña pidió ayuda mientras Diego huía. Olga llegó sin signos vitales al hospital. Las autoridades confirmaron múltiples heridas con arma cortopunzante.
“Al momento de nosotros llegar aquí al hospital, visualizamos que ya el cuerpo se encontraba sin vida, presentaba múltiples heridas, laceraciones por arma cortopunzante. Se visualizaban un aproximado de 30 lesiones”, relataron las autoridades.
El 3 de marzo de 2025, Diego Murillo fue capturado por el delito de feminicidio. No aceptó los cargos. Actualmente, se encuentra recluido en una estación de Policía en Calarcá, Quindío, mientras avanza el proceso judicial.
Según la familia, Diego había sido condenado por el asesinato de su expareja en 2015. Llevaba cinco años en prisión y le faltaba uno para terminar su condena. Ese último año lo cumpliría bajo casa por cárcel, en la vivienda de sus padres en Chicoral, Tolima.
La medida le permitía permanecer en un domicilio específico, pero no salir de él. Sin embargo, Diego se trasladó a Caicedonia, Valle del Cauca, sin autorización, lo que constituye una violación directa a la medida.
El caso de Olga no es aislado. En Colombia, la casa por cárcel ha sido objeto de debate por su aplicación en casos de delitos graves. La falta de vigilancia efectiva y el incumplimiento de las condiciones impuestas han generado preocupación entre víctimas y organizaciones defensoras de derechos humanos.
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