Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) se han convertido en Bogotá en un asunto prioritario de salud pública.
Según la Secretaría Distrital de Salud (SDS), el impacto negativo de un diagnóstico tardío y la falta de tratamiento adecuado son alarmantes.
Para el sida, los casos aumentaron de 1.830 en mayo de 2023 a 1.862 en el mismo mes de 2024, con altas incidencias en localidades como La Candelaria, Los Mártires, Santa Fe y Chapinero.
La población LGBTIQ+ es especialmente vulnerable, con mayores tasas de infección, con el agravante de que, a todo nivel, la percepción errónea del riesgo es un factor crítico.
En el mismo sentido, las hepatitis B y C también están creciendo, al punto de que en el mismo periodo analizado la capital tuvo aumentos inquietantes. Las localidades más afectadas incluyen Chapinero y Teusaquillo.
Llama la atención también la incidencia de sífilis gestacional, que pone en riesgo la vida de madres y bebés, y que al ser un indicador centinela en el sistema de salud, demuestra preocupantes grietas no solo en el abordaje preventivo de estas patologías, sino del seguimiento de las gestantes, que es mandatorio y gratuito.
Si bien la SDS desarrolla campañas de prevención, incluyendo la distribución de preservativos y tamizajes de VIH, sífilis y hepatitis, además de actividades educativas y la búsqueda activa de contactos para cortar la cadena de transmisión, lo cierto es que reforzar y fortalecer las capacidades y los recursos es crucial a la hora de enfrentar el estigma asociado a estas enfermedades.
La ciudadanía debe tomar conciencia de la gravedad de las ETS y participar activamente en las acciones preventivas. Hacerse pruebas regularmente y usar métodos de protección son pasos esenciales para proteger la salud individual y comunitaria. La lucha contra las ETS en Bogotá requiere un esfuerzo conjunto y constante. Es una tarea clave y urgente, bajo la premisa de que para donde va Bogotá se dirige el país.
